sábado, 10 de octubre de 2009

No es una noche más;


Amarse bajo la luna. Demostrar, en cierto punto, que el amor que se tienen va más allá de ese beso y ese brazo - que considerabas importante, pero que parece, que para él no era suficiente muestra de cariño -. Es así la historia, de dos jóvenes, tal vez algo chicos para muchas cosas, pero grandes para otras. Ellos se creían más grandes de lo que eran para el amor; para el amor físico y tangible, donde todo se pone en juego, donde la vergüenza se deja de lado y se cruzan todas las barreras, todos los límites.
Él 17; ella, 15. Ella era de mente muy precoz, pero sumamente madura. Todo lo pensaba, todo lo consideraba. Sumamente crítica, perfeccionista. Él, un jóven ambicioso, con ganas de probar más allá de lo que ya sabía, y de demostrarse así mismo que no era un tontuelo, que podía manejar una situación así. Novios. Se amaban, por supuesto, más de lo que debian, tal vez. Demasiado para esa edad, pero supongo que el amor es por sobre todo - incluso la edad- , o así dicen. Ellos ya habían hablado todo el tema que implicaba llevar el "amor" a otro plano distinto, pero nunca habían acordado ningún encuentro, querían que fuera casual, esontáneo, que se diera cuando se tuviera que dar. Unas noches después, se encontraron. Cenaron normalmente. Luego, encaminaron su rumbo en aquel pequeño auto rojo del chico, con destino a aquel lugar donde todos iban a pasar ese rato de pasión que querían. Llegaron. Notaron muchos autos. Ella no tenía ni idea de por qué iban ahí, pero rápidamente se dio cuenta de las intenciones de su novio, con el cual no cruzaba palabra. Estaba a la expectativa de cualquier comentario.. pero ninguno de los dos, comentaba nada al respecto. Él había pensando excelente las cosas. La llevaba ahí, y que pase lo que pase. No le preguntó. Ella se molestó, pero no lo hizo notar, ya estaba allí; además, pensó que si él le hubiese preguntado, ella no se habría negado, por lo tanto, hubiese sido lo mismo. Se dejó llevar. Él había calculado todo perfectamente, y todo salía como estaba predicho. Se estacionaron. Cruce de miradas. No fueron las mismas cruzadas que se solían dar. Él tenía una miarada expectante, esperando que ella dijera algo al respecto y él, tal vez, estuviera a la defensiva, esperando el cruel ataque de su novia, al que él, ya estaba previamente preparado. Inteligente muchacho. La mirada de ella, mezclaba furia y molestia, pero también dejaba escondida, algo de sensualidad pasional, que en el momento, él no notó. Ambos abrieron la boca unos centímetros para enunciar algo. Ambos lo notaron. Ambos.. callaron. Se presenciaba un raro ambiente. Mezcla de muchas cosas.. hasta que ninguno de los dos se aguantó. Se besaron como nunca antes lo habían hecho. Las manos de ella, entrelazadas en los cabellos de él, sujetando con firmeza su cabeza. Las manos de él, se deslizaban su espalda, por debajo de la blusa que ella llevaba puesta. Movimientos rápidos. Pasión. Se amaron. El roce de sus pieles, el tacto que les provocaba. Ninguno pensaba, todo fluía. Él guió la mano de ella. Ella lo siguió a él. Todo se daba con una precisión que asustaba. Todo era perfecto. Ambos niños, porque eran niños, se convirtieron en algo más esa noche.

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