lunes, 9 de noviembre de 2009

Sola, entro a un bar a probar fortuna. Paso por la puerta y observo alrededor. Un antro infestado de mala junta y un lugar de mala muerte. No tengo nada que perder.
Me siento en una mesa, junto a la ventana. Afuera, un espectáculo horrible. Un callejón lúgubre, lluvia sin parar y gente que busca a otra gente para aprovecharse. Adentro, casi igual. Un mozo, se acerca. Por su mirada hacia mi, creo que sus intenciones no son más que un sucio y barato hotel - o más bien, la parte trasera de un auto destartalado - y una supuesta "pasión" que le saque las ganas y le devuelva aquello que sintió la última vez que lo hizo, hace años. No quiero ensuciarme las manos. Lo desafié con la mirada, dándole a entender que hoy no es su día de suerte.
- Qué va a tomar señorita? - su tono, con unas copas de más, y su aliento a licor barato me llenó de una sensación rara. Creo que tenía ganas de lavarle la boca con jabón; pero mi intención era perderme en ese antro, tomando copas, y perder lo que algunos llaman, dignidad, asi que seguí.
- Lo más fuerte que tengas.
- Entonces, conmigo le va a bastar.
- Si esto es lo más fuerte que tiene, le agradezco, me retiro - se lo dije con una sonrisa de insuficiencia, que lo dejó helado-
- Marcha un vodka para la bella dama, entonces;
Es impresionante como una mujer, antes de perderse entre vodka, puede mantener dignidad y respeto por si misma. Seguí mirando a mi alrededor. El bar era cada vez peor. La gente caía de las mesas, totalmente quebrada y con una cirrosis crónica, pero estaban acostumbrados a eso. El mozo se acercó. Lo fulminé con la mirada. Entonces, apareció él. Era un ángel en ese infierno. Era luz en medio de la oscuridad. Era.. él! El mozo que me atendió al principio debió haberse sentido cohibido, mi carácter - que es muy fuerte, debo admitir- lo debió de intimidar, y entonces, le pidió a su perfecto compañero, que me atendiera. Yo creo que también me hizo un favor: entre todos los camareros que habitaban ese antro, lo elegió a él. Creo que el mozo, además de burdo, chabacano e irritable, conservaba unas gotas de sabiduría que su edad le demandaban.
Él se acercó lentamente, caminando entre los cuerpos quebrados por el alcohol, con una media sonrisa que dejaba entrever un carisma envidiable. Mi boca, se iba abriendo cada vez más a medida que se acercaba. Lo miraba anonadada. Paso a paso, observaba cada detalle de su cara, de su cuerpo, de su caminar. Paso a paso me gustaba más. Pero me di cuenta de mi reacción y me recompuse. Debía mantenerme fuerte. Se acercó con el vodka, tequila para ser más precisos, y me lo sirvió con una sonrisa. Su boca me tentaba. Su sonrisa me provocaba. Lo miré fijo, con una mirada que mostraba picardía y sensualidad. Quería mostrarle todo pero a la vez no.
- Gracias - solo pude decir eso, pero creo que bastó, no necesitba decirle más nada, había dicho todo con mi cara.
No respondió, se limitó a asentir y sonreír. Se marchó. Me quedé sola contemplando el pequeño vasito. Lo rodeé con los dedos. Lo pensé. Me rendí. Lo bebí de un trago. Un calor recorrió mi garganta, y procedí a chupar el limón. Pedí unos cuantos más. Creo que fueron 4. Un par de tequilazos, la visión me fallaba, el pensamiento.. no sé donde había quedado. Creo que junto con la racionalidad, en el otro pantalón.
El mozo perfecto, se me acercó. Se sentó en mi mesa. Yo recostada sobre esa, levanté un poco la vista. Lo miré.
- Son las 7 de la mañana, y la razón más "considerable" por la que una mujer como usted se queda dormida, luego de tantos tequilas, sobre la mesa de un antro como este yo creo que es... mal de amores?
- Amores? el amor no existe. Todo ronda a través del deseo y la atracción física.
- No se crea..
- Créame.. usted me atrae, no siento amor, solo calentura..
- Bueno, si me deja decirle, usted me parece muy hermosa, pero creo que este estado no la favorece..
Reí. Levanté la cabeza, entre mareos, y le sonreí. Era él unico que me había levantado el ánimo esa noche.
- Gracias.. pero me pregunto, más bien, le pregunto.. qué hace un hombre como usted trabajando aquí?
- Creo que eso se responde con otra pregunta.. que hace una mujer como usted, en este antro?
- Creo que tiene usted mucha razón, pero si volvemos al principio, usted dedujo mal de amores.. usted trabaja aquí por eso?
- Hasta con mucho alcohol encima demuestra inteligencia, me sorprende..
- No soy como todas, recuérdelo..
- Lo haré. Creo que sí, el amor lo puede hacer vivir, o lo puede destruir.. creo que a nosotros nos destruyó.
- ajam -asentí-
- Me escondo. Huyo, supongo.
- Yo creo que me escapo de mi misma, pero creo que hoy encontré algo más..
- Y qué es eso, señorita?
- Creo que lo tengo justo en frente de mí - lancé la mirada más sensual y cómplice que pude poner, y le sonreí con picardía. Miré hacia abajo con una sonrisita, y luego lo miré. Estaba rojo, mirando hacia abajo. Siempre supe como seducir y más, como insinuar poniendo incómoda a la gente. Lo disfrutaba, en verdad.
- Creo que somos dos los que sacaremos provecho de esta noche.
En ese momento, los dos nos avalanzamos sobre la mesa, tomándonos entre los brazos y besándonos con una pasión que creo que nadie vió ni verá jamás. Nuestros movimientos eran bruscos, algo nerviosos. Solo buscábamos placer, gozar, después de tantos eventos desafortunados. Nos fuimos entrelazando. Él desabotonaba mi vestido, y el tacto frió contra mi piel me causaba una rara sensación, que no era escalofríos, si no una sensación que disfrutaba. Le arranqué la camisa. Ya no había nada romántico en ese encuentro. El deseo podía más. Nos amamos como nunca. Reímos, disfrutamos, hicimos cosas que con nadie hicimos y no creo que hagamos nunca.
Abrí lo ojos. El reloj marcaba las doce del mediodía. A mi lado, la cama vacía. Creo que era una costumbre, levantarme y a mi lado no encontrar nada más que el recuerdo de los encuentros pasionales que no me llenaban de nada. Pero esta vez, a mi lado, encontré un papel. Escrito con letra nerviosa. Se ve que lo había escrito rápido.
"Gracias" rezaba aquel sobre. Adentro se podían palpar varias hojas. No sentí ganas de leerlo. Lo guardé en la cartera. Me vestí. Salí a la calle. La vida continúa..
Tal vez, cuando necesite una explicación de aquello que sucedió, tendré el recuerdo y aquel papel, para justificarme.. igualmente, no soy una santa, no necesito explicación;

No hay comentarios:

Publicar un comentario